Nos dijimos adios,
ojalá que volvamos a vernos
(...) Joaquín Sabina, y nos dieron las 10...
Debo confesar que el proceso de Kitty empezó después. Vamos aquella era una tarde magnífica, tan inolvidable, que, la verdad, deberíamos estar ahí, de nuevo, y no dejarnos. En fin que te marchaste (por cierto, una mala costumbre, pero es así) yo con el deseo completo y tú con todo dispuesto para el viaje de vuelta, qué le vamos a hacer, me dije y empezó el poemario. También es una historia de nuestra primera y última noche, también un duelo: aunque no lo creas te había olvidado, pero siempre vuelves, y sí te lo confieso, es cada mañana cuando me despierto sin tu cuerpo a mi lado. Bastó un instante de tus ojos para que, yo tonta de mí, haga de ti una historia: cualquier historia de amor, el AMOR X, es al final y al principio sólo lo que pasa cuando reparo que estoy sola sin tu cuerpo, pero también, el espacio que dejo para otra historia: otro Sueño. Quizá la utopía de que descanses a mi lado, en una mañana que dejo para el futuro y la vuelta del tiempo. Sí te amo, sí a ti que yaces al lado de una mujer que no te completa como yo. Decirte Adiós no me corresponde porque eres tú quién se obstina en pensarme. Besos de mis labios no presentes para tu corazón.
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