viernes, 12 de diciembre de 2014

Las Jacarandas, Arturo

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Las jacarandas, Arturo, nos recuerdan cada primavera,
  nos esperan e insisten sobre la belleza de la Libertad.

Si todo hubiera comenzado un 20 de abril sería sencillo. Pero no. Porque las Asambleas Generales Universitarias, las marchas recreando  recorridos históricos de los movimientos antecedentes, el 68 y 86,  los saloneos y muchas discusiones y la Consulta General, ya estaban ahí.

Las Jacarandas Arturo, el lila y sus múltiples posibilidades

Soñamos un 20 de abril del 1999 para el mañana. Saldo blanco, Súper Huelga izó “simbólicamente” la bandera rojinegra, esa que en un gesto doblado fue entregada al Doctor, ese rojo y negro que ondeaba sobre la explanada principal de  una Ciudad Universitaria tomada y liberada a la vez.

Las jacarandas, Arturo, discutiendo la vida entre su tapiz monocromático
 y la luz de abril.

Pero, antes o  todavía, desde las pegas en contra del Plan Barnes, donde se leía “abre los ojos”, o quizá antes, cuando los estudiantes organizados llevaron al Consejo Universitario, no al favorito de la autoridad sino al estudiante, y/o antes… cuando comenzamos a andar los caminos  hacia una selva que nos reclamaba el eco de un ¡Tierra y Libertad!, o/y después cuando convertimos el  eco en música y la música en caravanas y encuentros: palabra, grano y esperanza.
Las Jacarandas, Arturo, su luz y el tiempo breve en que tardan en tapizar el piso.
Y/o quizá un poco o en medio antes, cuando decidimos darle a la ciudad un gobierno democrático. No en realidad, no todo comenzó un 20 abril.

Las jacarandas, Arturo, y su cortesía con los espacios.
Ahí donde el frenesí del color deja filtrar la luz.

después a darle la bienvenida a todos, y siempre, a seguir soñando.
¿Lo recuerdas, Arturo? Todo era una fiesta, y nosotros que siempre estábamos en la fiesta, decíamos ­–qué chinga­–, pero insistían: ­–somos libres–, y nosotros conmovidos por la conquista, pensábamos que era un sueño, y sí :una fiesta pero con compromiso, e hicimos de nuestro amor la Primavera y claro no tenemos por ahora testimonios de aquellas  nubes que también nos sonreían, ni de nuestras palabras. Pero hay memorias inexactas, como inexacto es el ulular de los tiempos que conmueven corazones y consciencias. Por ahora, nos queda la inexacta marea de los recuerdos y las Jacarandas.