domingo, 10 de noviembre de 2024

Carta para D

Ciudad de México,  20 abril de 2024.
(Alrededores de Ciudad Universitaria)

Hace 25 años discutíamos si estudiarías… o no. Al menos tuviste la oportunidad.

                                                                   D:

Te miro, no todas las mañanas, porque ambos sabemos que esas mañanas suelen ser largas; tampoco todos los días, porque todos son diferentes, y a veces coincidimos y a veces no. Pero te miro, o quizá quiero decir que te observo. Quizá algún día comprenderás que una primera mirada, o una mirada constante, puede llevar a conclusiones sencillas, ¿lógicas? Sí, en realidad te observo. Fría, superficialmente, te observo. Y en ti me reflejo  (ya sé, suena como una frase de ancianos, ja, ja). Concluyo: te pareces tanto a mí, que no puedes… (no sé si corresponde decir "olvidarlo", quizás mejor "olvidar"). Es curioso, ahora mismo no encuentro ni el adjetivo ni el verbo adecuado; yo, que suelo completar frases y adivinar pensamientos. Seguramente mi sintaxis ya te tiene confundido, pensando: "¿a dónde va este personaje?".

Realmente, sería mejor tomar esta carta como una deriva. Quiero decirte que me importa mucho, muchísimo, lo que pasa por tu mente y que, a veces, tenemos tan poco tiempo para dialogarlo (uso "dialogar" en vez de "conversar" porque las pláticas suelen quedarse en la memoria inmediata, sin llegar a la profundidad de la raíz griega que implica "el logos", un término más ligado al pensamiento que a la mera palabra.

En fin, como te decía, te pareces a mí a tu edad: qué raro, qué loco, qué torpe. ¿Por qué digo esto? Cierto, ¿por qué lo hago? No lo sé. Llega un día en que uno simplemente escupes palabras o utilizas a alguien como arquetipo, en medio de esa necesidad biológica de trascender, de contar, de recordar.

Sí, yo era como tú: corriendo de un lado a otro, inmerso en los temas más profundos, buscando siempre la forma de resolver las cosas de la mejor y más rápida manera, esperando que nadie me buscara mientras estaba ausente, quedándome cinco minutos para luego desaparecer. En fin, como tú, sin duda.

Participando aquí y allá, sociable, líder, y con "mechas" (no "rayitos", que son más estilo Neymar). En fin, igual que tú, me reiría de quien dijera que se parece a mí.

Quería decirte que eres como te soñé, o debería decir como te soñamos, porque también hay otros detrás de mí. Quisiera explicártelo en largas conversaciones (ese afán de trascender, supongo), pero siempre nos gana la prisa. Lamento no haberte dejado la posibilidad del "tiempo lento", el tiempo de los grandes planes, esos que debían elaborarse a 5 o 10 años. No estás para saberlo (ni yo para contártelo), pero los sistemas de planeación estratégica de nuestra época nos permitían debatir el futuro, llegar a conclusiones y diseñar planes a largo plazo. Sin embargo, el tiempo, la urgencia, el celular y el internet nos alcanzaron, y la frase "no perder lo importante por lo urgente" cobró vida.

Recuerdo una reunión amplia de una organización que fundamos, por ahí del 2003, llamada "LSD" (Libertad, Sociedad y Democracia). Tras diez sesiones semanales de análisis político sobre la Generación X (la mía), llegamos a la conclusión de que "no habría movimiento estudiantil hasta que concluyera el periodo de vacunación mediática en nuestra contra" (el pez fue envenenado en el agua). Calculamos que pasarían al menos diez años para que surgiera un nuevo movimiento, y sucedió con el maravilloso "#YoSoy132". Ya sé, habrá críticas, pero quiero decirte que ahí estás tú (o quiero decir, están ustedes), tan iguales y a la vez tan diferentes a nosotros. Ha valido la pena; tantas cosas han cambiado y tantas cosas ustedes, tú y tu generación han aceptado como cambios, que conmueve hasta el último rincón de mi corazón saber que nada fue en vano.

Gracias por correr, subir, bajar, regresar, desaparecer y reaparecer. La siguiente frase es cursi, como toda esta carta, pero necesito decirla honestamente:

Sin la estridencia que nosotros creímos necesaria (redactábamos boletines de prensa cada día), sin la claridad de establecer "programas de lucha", ni la urgencia imperiosa, ustedes, los jóvenes del siglo XXI, hacen micro-política donde se necesita... cada acción cambiará el mundo.

Entonces, sigan transformando este mundo. Busquen que sea más justo, conscientes de que ha triunfado la ignominia del dinero. Esto no es una tarea, es un compromiso en el que estaré feliz de acompañarles.

                                                                                                                                                    J.

 









viernes, 18 de diciembre de 2015

El juego de otros, Nicole Cecilia Delgado

Conocí a Nicole en un emocionante y genial tiempo, primero como en un juego de reunión de amigas en un espacio genial del Callejón de la Aurora. Casi 9 años después de acercarme a lo que me parecía en áquel momento un inquientante grupo de mujeres "todas poetas, todas extranjeras, todas mexicanas" me llega de su mano este libro hermoso: en su factura en su juego, en su correspondencia tiempo espacio con los propios sueños de esas chicas. Con un detalle genial, que personalmente disfruto y que Monterroso nos lo enseñó: "brevedad, tened piedad del lector". Así es que llegué a leerlo después de reflexionarlo y quererlo asumir ahora como "el libro de los otros", desde el título me sugiere que brevedad es juego, compasión, y amor, y todo ello se corresponde en forma y fondo desde un experimiento propio que es personalísimo y por ello sugiero su lectura en juego y su lectura que será fluída y será reveladora para quién tomé y encuentre este hermoso ejemplar.

miércoles, 14 de octubre de 2015

Pensando siempre en las montañas y en la casa grande, veo mi casa chicha llena de mucha hambre, pero el corazón avanza siempre que los veo hermanos sonreir por una victoria también pequeña como secreta. Amor. https://soundcloud.com/jocelyn-pantoja

viernes, 12 de diciembre de 2014

Las Jacarandas, Arturo

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Las jacarandas, Arturo, nos recuerdan cada primavera,
  nos esperan e insisten sobre la belleza de la Libertad.

Si todo hubiera comenzado un 20 de abril sería sencillo. Pero no. Porque las Asambleas Generales Universitarias, las marchas recreando  recorridos históricos de los movimientos antecedentes, el 68 y 86,  los saloneos y muchas discusiones y la Consulta General, ya estaban ahí.

Las Jacarandas Arturo, el lila y sus múltiples posibilidades

Soñamos un 20 de abril del 1999 para el mañana. Saldo blanco, Súper Huelga izó “simbólicamente” la bandera rojinegra, esa que en un gesto doblado fue entregada al Doctor, ese rojo y negro que ondeaba sobre la explanada principal de  una Ciudad Universitaria tomada y liberada a la vez.

Las jacarandas, Arturo, discutiendo la vida entre su tapiz monocromático
 y la luz de abril.

Pero, antes o  todavía, desde las pegas en contra del Plan Barnes, donde se leía “abre los ojos”, o quizá antes, cuando los estudiantes organizados llevaron al Consejo Universitario, no al favorito de la autoridad sino al estudiante, y/o antes… cuando comenzamos a andar los caminos  hacia una selva que nos reclamaba el eco de un ¡Tierra y Libertad!, o/y después cuando convertimos el  eco en música y la música en caravanas y encuentros: palabra, grano y esperanza.
Las Jacarandas, Arturo, su luz y el tiempo breve en que tardan en tapizar el piso.
Y/o quizá un poco o en medio antes, cuando decidimos darle a la ciudad un gobierno democrático. No en realidad, no todo comenzó un 20 abril.

Las jacarandas, Arturo, y su cortesía con los espacios.
Ahí donde el frenesí del color deja filtrar la luz.

después a darle la bienvenida a todos, y siempre, a seguir soñando.
¿Lo recuerdas, Arturo? Todo era una fiesta, y nosotros que siempre estábamos en la fiesta, decíamos ­–qué chinga­–, pero insistían: ­–somos libres–, y nosotros conmovidos por la conquista, pensábamos que era un sueño, y sí :una fiesta pero con compromiso, e hicimos de nuestro amor la Primavera y claro no tenemos por ahora testimonios de aquellas  nubes que también nos sonreían, ni de nuestras palabras. Pero hay memorias inexactas, como inexacto es el ulular de los tiempos que conmueven corazones y consciencias. Por ahora, nos queda la inexacta marea de los recuerdos y las Jacarandas.



miércoles, 10 de septiembre de 2014

El manantial de la escritura de Munda.

--> No tendría que ser un secreto para nadie que un escritor se alimenta de su vida. El asunto está en qué puede trasmitir más allá de ello y cómo logra transformar esa experiencia en algo ético y estético. Ambar Past nos entrega en Munda, primera Munda (Editorial 2.0.1.3): una trasmutación. Ambar hace alquimia con las palabras y de ese modo logra que su recorrido vital nos regrese como un camino mágico en donde los mundos de varios momentos se cruzan y nos encuentran con esos otros que somos en realidad frente al espejo. Aquí no es lo que es, ni lo que debería, si no las posibilidades alternas de mundos emocionales y por ellos paralelos, universos que funcionan con su lógica particular de pequeñas deidades interiores. Sí aquí se trata de una escritura chamánica que en vuelos de águila nos devuelve el panorama amplio del trayecto y su vuelo. Aquí se trata de guías, y auxilios de plantas  y animales que nos prestan su espíritu para echar un vistazo más allá de nuestro plano binario, mucho más allá, o quizá debería decir, más aquí donde nuestra madre tierra todavía aguarda por nuestras respuestas. Sin embargo, como en todo mundo, en la escritura de este primer trazo del trayecto hay más; asuntos más terrenales, que igualmente procuran devolvernos otra mirada sobre la realidad, por ejemplo los asuntos de frontera o de migración, pero más bien  de la suerte de quién decide escoger su tierra,  del que se arraiga sabiendo que en este mundo de confrontaciones, siempre eres extranjero si optas por la paz. Ámbar ha venido construyendo un estilo propio, directo, descarnado falsas retóricas, rasgos que hacen de su literatura un “manantial”, pues de ella puede abrevarse palabras honestas que desentrañan la cotidiana hipocresía de la realidad, llevándonos a Munda  o quizá el reverso de la moneda de esto que llamamos mundo.

sábado, 13 de octubre de 2012

domingo, 23 de septiembre de 2012

Lili 4117




Son espasmódicas descargas de temblor matutino, de lengua acostumbrándose a una nueva vida. Sustancia necesaria. Tedio que contamina hasta los huesos, un sueño que se desvela a sí mismo sin amanecer. Una culpa que no se comprende y que es el “deber ser” porque nadie será culpable de que se presente tirano un tintineo que desata tormentas, corrientes propias, deslices y devaneos. Este cuerpo esta en carne viva y sin consecuencias “aparentes”.Afuera de nuestras ventanas todo llueve en pequeñas miradas de un “negado” más allá, una charla cómoda tertulia  en la Casa del Té con un pequeño detalle: punzadas y puñales que cruzan en los ya de por sí corazones heridos. Soy una máquina análoga de un todo desvanecente, una “no regulación” y aquí el voltaje es diferente: dosis incompletas  y suficientes para mantenerme ocupada, sobre todo en días en que hace frío, cuando es difícil distender los músculos para lograr que algo se vuelva agradable, prefiero leer, es decir, ya he escrito.