Ciudad de México, 20 abril de 2024.
(Alrededores de Ciudad Universitaria)
Hace 25 años discutíamos si estudiarías… o no. Al menos tuviste la oportunidad.
D:Te miro, no todas las mañanas, porque ambos sabemos que esas mañanas suelen ser largas; tampoco todos los días, porque todos son diferentes, y a veces coincidimos y a veces no. Pero te miro, o quizá quiero decir que te observo. Quizá algún día comprenderás que una primera mirada, o una mirada constante, puede llevar a conclusiones sencillas, ¿lógicas? Sí, en realidad te observo. Fría, superficialmente, te observo. Y en ti me reflejo (ya sé, suena como una frase de ancianos, ja, ja). Concluyo: te pareces tanto a mí, que no puedes… (no sé si corresponde decir "olvidarlo", quizás mejor "olvidar"). Es curioso, ahora mismo no encuentro ni el adjetivo ni el verbo adecuado; yo, que suelo completar frases y adivinar pensamientos. Seguramente mi sintaxis ya te tiene confundido, pensando: "¿a dónde va este personaje?".Realmente, sería mejor tomar esta carta como una deriva. Quiero decirte que me importa mucho, muchísimo, lo que pasa por tu mente y que, a veces, tenemos tan poco tiempo para dialogarlo (uso "dialogar" en vez de "conversar" porque las pláticas suelen quedarse en la memoria inmediata, sin llegar a la profundidad de la raíz griega que implica "el logos", un término más ligado al pensamiento que a la mera palabra.
En fin, como te decía, te pareces a mí a tu edad: qué raro, qué loco, qué torpe. ¿Por qué digo esto? Cierto, ¿por qué lo hago? No lo sé. Llega un día en que uno simplemente escupes palabras o utilizas a alguien como arquetipo, en medio de esa necesidad biológica de trascender, de contar, de recordar.
Sí, yo era como tú: corriendo de un lado a otro, inmerso en los temas más profundos, buscando siempre la forma de resolver las cosas de la mejor y más rápida manera, esperando que nadie me buscara mientras estaba ausente, quedándome cinco minutos para luego desaparecer. En fin, como tú, sin duda.
Participando aquí y allá, sociable, líder, y con "mechas" (no "rayitos", que son más estilo Neymar). En fin, igual que tú, me reiría de quien dijera que se parece a mí.
Quería decirte que eres como te soñé, o debería decir como te soñamos, porque también hay otros detrás de mí. Quisiera explicártelo en largas conversaciones (ese afán de trascender, supongo), pero siempre nos gana la prisa. Lamento no haberte dejado la posibilidad del "tiempo lento", el tiempo de los grandes planes, esos que debían elaborarse a 5 o 10 años. No estás para saberlo (ni yo para contártelo), pero los sistemas de planeación estratégica de nuestra época nos permitían debatir el futuro, llegar a conclusiones y diseñar planes a largo plazo. Sin embargo, el tiempo, la urgencia, el celular y el internet nos alcanzaron, y la frase "no perder lo importante por lo urgente" cobró vida.
Recuerdo una reunión amplia de una organización que fundamos, por ahí del 2003, llamada "LSD" (Libertad, Sociedad y Democracia). Tras diez sesiones semanales de análisis político sobre la Generación X (la mía), llegamos a la conclusión de que "no habría movimiento estudiantil hasta que concluyera el periodo de vacunación mediática en nuestra contra" (el pez fue envenenado en el agua). Calculamos que pasarían al menos diez años para que surgiera un nuevo movimiento, y sucedió con el maravilloso "#YoSoy132". Ya sé, habrá críticas, pero quiero decirte que ahí estás tú (o quiero decir, están ustedes), tan iguales y a la vez tan diferentes a nosotros. Ha valido la pena; tantas cosas han cambiado y tantas cosas ustedes, tú y tu generación han aceptado como cambios, que conmueve hasta el último rincón de mi corazón saber que nada fue en vano.
Gracias por correr, subir, bajar, regresar, desaparecer y reaparecer. La siguiente frase es cursi, como toda esta carta, pero necesito decirla honestamente:
Sin la estridencia que nosotros creímos necesaria (redactábamos boletines de prensa cada día), sin la claridad de establecer "programas de lucha", ni la urgencia imperiosa, ustedes, los jóvenes del siglo XXI, hacen micro-política donde se necesita... cada acción cambiará el mundo.
Entonces, sigan transformando este mundo. Busquen que sea más justo, conscientes de que ha triunfado la ignominia del dinero. Esto no es una tarea, es un compromiso en el que estaré feliz de acompañarles.
J.