Las jacarandas, Arturo, nos recuerdan cada primavera,
nos esperan e insisten sobre la belleza de la
Libertad.
Si
todo hubiera comenzado un 20 de abril sería sencillo. Pero no. Porque las
Asambleas Generales Universitarias, las marchas recreando recorridos históricos de los movimientos
antecedentes, el 68 y 86, los saloneos y
muchas discusiones y la Consulta General, ya estaban ahí.
Las Jacarandas Arturo,
el lila y sus múltiples posibilidades
Soñamos un 20 de abril del 1999 para el
mañana. Saldo blanco, Súper Huelga izó “simbólicamente” la
bandera rojinegra, esa que en un gesto doblado fue entregada al Doctor, ese rojo y negro que ondeaba sobre
la explanada principal de una Ciudad Universitaria
tomada y liberada a la vez.
Las jacarandas, Arturo,
discutiendo la vida entre su tapiz monocromático
y la luz de abril.
Pero,
antes o todavía, desde las pegas en
contra del Plan Barnes, donde se leía “abre los ojos”, o quizá antes, cuando
los estudiantes organizados llevaron al Consejo Universitario, no al favorito
de la autoridad sino al estudiante, y/o antes… cuando comenzamos a andar los
caminos hacia una selva que nos
reclamaba el eco de un ¡Tierra y Libertad!, o/y después cuando convertimos
el eco en música y la música en
caravanas y encuentros: palabra, grano y esperanza.
Las Jacarandas, Arturo,
su luz y el tiempo breve en que tardan en tapizar el piso.
Y/o quizá un poco o en medio antes, cuando decidimos darle
a la ciudad un gobierno democrático. No en realidad, no todo comenzó un 20
abril.
Las jacarandas, Arturo,
y su cortesía con los espacios.
Ahí donde el frenesí del
color deja filtrar la luz.
después a darle la bienvenida a
todos, y siempre, a seguir soñando.
¿Lo recuerdas, Arturo? Todo era una fiesta, y nosotros que
siempre estábamos en la fiesta, decíamos –qué chinga–, pero insistían: –somos
libres–, y nosotros conmovidos por la conquista, pensábamos que era un sueño, y
sí :una fiesta pero con compromiso, e hicimos de nuestro amor la Primavera y
claro no tenemos por ahora testimonios de aquellas nubes que también nos sonreían, ni de
nuestras palabras. Pero hay memorias inexactas, como inexacto es el ulular de
los tiempos que conmueven corazones y consciencias. Por ahora, nos queda la
inexacta marea de los recuerdos y las Jacarandas.